Diputada Reisch trasladó al Parlamento la preocupación de los productores de soja

Es por el Protocolo firmado entre Uruguay y China

Una gran preocupación han generado en los productores de soja del país las nuevas exigencias fitosanitarias establecidas en el Protocolo firmado entre Uruguay y la República Popular de China.
El tratado establece una serie de complejos requisitos implantados en su totalidad por el gobierno del país asiático para permitir el acceso del cereal uruguayo al mercado de aquel país, pero para los trabajadores los mismos son casi imposibles de sobrellevar, entre otros motivos, por una cuestión de costos.
La inquietud de los productores fue planteada por la diputada Nibia Reisch (Partido Colorado) en la Cámara de Representantes, quien se refirió “al Protocolo firmado entre el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) y la Administración General para la Supervisión de la Calidad, Inspección y Cuarentena de la República Popular de China, por el cual se acordó el conjunto de requisitos fitosanitarios que debe cumplir la exportación de soja que, desde el Uruguay se efectúe a dicho país asiático”.
“La semana pasada partieron rumbo a China los primeros barcos transportando soja bajo las severas condiciones que el Protocolo suscrito le impone al país; 40.000 toneladas son las que transportan esos barcos que zarparon desde Nueva Palmira, los que según informa el MGAP fueron controlados y no presentan observaciones por parte de los inspectores de Servicios Agrícolas”, expresó, dejando constancia de “la preocupación que nos han hecho llegar varios productores de Colonia sobre las nuevas exigencias fitosanitarias que, a partir de la suscripción del Protocolo, deben cumplir”.
“En primer lugar, éstas quedan supeditadas a la reglamentación de importación y normas nacionales que China considere relevantes. Estas normas no están específicamente citadas, por lo que no se sabe cuál es el criterio de ‘relevancia’ para China, lo que siembra dudas. La soja debe estar libre de insectos vivos, en particular las plagas cuarentenarias de ‘preocupación’ para China que se listan en un anexo al Protocolo (en el cual se enumeran 12 plagas). Tampoco debe estar mezclada ni contaminada con otros granos o materia extraña de manera deliberada (nueva subjetividad difícil de rebatir, ya que la contaminación ‘deliberada’ resulta de una intención difícil de comprobar) y exenta de tierra (tampoco sabemos en qué porcentaje)”, manifestó.
“El Artículo 8 resulta de previsión leonina, ya que si China considera que la soja no cumple con las condiciones que a su criterio se determine, no sólo puede devolver la exportación u ordenar su destrucción a costo del exportador, sino que también puede suspender INMEDIATAMENTE toda exportación de soja desde Uruguay. Este tema es de enorme preocupación”, aseguró.

Imposición, y en un muy mal momento

“Podemos entender y hasta compartir, el argumento del MGAP sobre la necesidad de implementar ‘prácticas de mitigación’ respecto del problema de las plagas, en especial con el sorgo de Alepo, pero creemos inoportuno un acuerdo de este tipo sin conocimiento previo y participación de las gremiales”, continuó Reisch.
“La oportunidad del Protocolo ha repercutido en los precios de la soja, dado la instancia del proceso del cultivo, y las empresas graneleras se están cubriendo ante los riesgos comerciales que incurren por la eventualidad de rechazos de barcos en destino, agregando al productor costos que bajan su ganancia”, sostuvo.
“Es agronómicamente imposible cumplir con las condiciones comprometidas por el país. La premura de la firma del Protocolo ha colocado a Uruguay, inoportunamente, en una situación de inferioridad y desventaja en relación a nuestros competidores. Ni Brasil, ni Argentina, ni Paraguay, ni Bolivia, han acordado condiciones similares de exportación y tampoco tienen actualmente ese nivel de exigencias”, dijo la parlamentaria colorada.
“Mucho nos extraña, señor Presidente, que no podamos hacer acuerdos que nos beneficien en solitario, mirando hacia Asia más allá del MERCOSUR, pero en cambio se firmen acuerdos que claramente nos dejan en desventaja frente a países que son grandes exportadores de soja y obviamente nuestros competidores. Recordemos que China es el principal destino de la oleaginosa, con 84% del total exportado en 2016”, señaló.

Significa costos adicionales

“Como medida preventiva en Uruguay se han aumentado los controles en las plantas de recibo y con ello se han sumado costos adicionales para el productor, con sumas considerables de las primas a pagar. ¿Cómo es posible que el ministro Aguerre, quien representa al Gobierno, haya comprometido al país sin consultar con los actores y las gremiales agropecuarias, firmando un protocolo de tal exigencia? Exigencias éstas que no se podrán cumplir en la actual etapa del proceso. Estando en la fase final del cultivo, se agregó una condición comercial que incrementa los costos y deja al productor en desventaja, al agregar variables que no tuvo en cuenta al hacer sus números”, explicó.
“De haber conocido en tiempo y forma las exigencias y la condición de inferioridad en la que se coloca al país para la exportación de soja, el productor podría haber tomado otros recaudos en materia de combate de ciertas malezas que pudieran estar presentes en los suelos y que hoy deprecian sus cosechas en curso y encarecen su costo de producción”, razonó.
“Se nos dice que el Protocolo deja una tolerancia cero para la serie de malezas incluidas y que muchas de ellas ya están instaladas en los cultivos, por lo que no resultarían de fácil eliminación en esta instancia del proceso”, prosiguió.
“Es bueno recordar que venimos de una mala zafra y resultados en 2016, ya que el exceso de lluvias del año pasado perjudicó el volumen y calidad de la producción, dejando en mala situación económica a muchos productores que hubieran necesitado recuperar pérdidas este año y que ahora ven incrementados sus costos, pesando la incertidumbre de un rechazo de la exportación e incluso la suspensión de la misma. Corremos riesgos, dado que las ventas acordadas pueden no llegar a cumplir con las exigencias del protocolo, que da poco o nada de tolerancia para la existencia de las plagas cuarentenarias previstas en el mismo (dos hongos y 10 malezas), siendo las penalizaciones severas y sin que se prevean garantías de los controles a realizarse en China que resultan quedar a su entera discreción”, indicó.
“Cuando la cosecha de soja en el departamento de Colonia aumentó en un 10%, cuando el rendimiento promedio en la zona núcleo es de 3.000 kg/hás, se espera una producción de 3,3 millones de toneladas de soja en 1,2 millones de hectáreas. Sin embargo el productor se ve castigado ya que Uruguay recibiría unos 40 millones de dólares menos que sus competidores. El productor se ve obligado a pagar primas de hasta 30 dólares por tonelada, unos 10 dólares más que otros países del MERCOSUR, por un acuerdo que podría a la larga ser conveniente, pero que hoy resulta claramente inoportuno”, finalizó Reisch.


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