OPINION: Daniel Pérez

Partido Independiente/La Alternativa

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Educación: lo que faltó en la “rendición de cuentas”

Durante la última campaña electoral el Frente Amplio prometió un cambio del ADN en la educación, lamentablemente la realidad de nuestro sistema educativo es muy distinta, particularmente en la educación media, registrándose malos resultados a nivel global con el agravante de una marcada desigualdad en función del nivel socioeconómico de los estudiantes.

La primera desigualdad tiene que ver con el nivel de cobertura, el 30% de los jóvenes entre 15 y 17 años del quintil más pobre y casi el 20% del quintil siguiente no están vinculados a la educación. La magnitud del problema es tan importante que los jóvenes de estos dos quintiles -que no son captados o retenidos por el sistema educativo-, representan casi la totalidad de jóvenes que están fuera de la educación.

En relación a la repetición en los distintos niveles educativos, mientras que la educación primaria se encuentra en los niveles promedios de la región en educación media básica, la tasas duplican o triplican los valores que presentan el resto de los países. Asimismo, cuando se observan los resultados en función del nivel socioeconómico de los estudiantes, encontramos nuevamente diferencias muy marcadas a favor que quienes provienen de los hogares con mayores niveles de ingreso y peores resultados cuando el estudiante pertenece a un hogar pobre.

La diferencia es tan significativa que mientras uno de cada dos estudiantes pobres (57%) repiten, esto solo ocurre con uno de cada siete estudiantes que provienen de los hogares más acomodados (13%). Si bien la repetición está vinculada con un bajo rendimiento, las brechas por nivel socioeconómico indican que las diferencias no se explican por diferentes niveles de habilidades de los estudiantes. El contraste en los resultados por nivel socioeconómico es tan importante, que si se comparan dos estudiantes que han tenido niveles de desempeño similares en las pruebas PISA, un estudiante que ha nacido en un hogar pobre tiene una probabilidad de repetir casi cuatro veces mayor a la de alguien que nació en un hogar con un nivel socioeconómico alto.

Esta diferencia en los resultados en función del nivel socioeconómico del estudiante se ve claramente reflejada en el egreso de estos estudiantes, tanto en educación media básica y más aún en educación media superior. Los datos indican que sólo el 50% de los estudiantes pobres terminan el ciclo básico a los 19 años, mientras que el 95% que tienen 19 años y provienen de hogares con mayores ingresos lo han culminado.

Cuando se observan los datos de egreso en educación media superior los resultados son peores. Mientras que a los 22 años, siete de cada diez jóvenes de hogares con ingresos altos culmina el bachillerato, sólo uno de cada siete estudiantes de hogares más desfavorecidos alcanza el mismo logro.

Los resultados generales tampoco son buenos, mientras existe un egreso casi universal en primaria, en ciclo básico desciende al 70% (con tres años de rezago), mientras que en la educación media superior solo un 40% logra terminar seis años después de la edad teórica. A los 24 años un 60% de la población no ha terminado la educación obligatoria, lo cual representa un grave problema para el país.

Estos datos muestran claramente que la educación no ha mejorado, que el cambio de ADN prometido no ha ocurrido, sino que por el contrario los resultados son pésimos, con un agravante muy fuerte, la educación lejos de ser un elemento integrador de nuestra sociedad y un vehículo de ascenso social, es un elemento que reproduce y profundiza las diferencias, aumentando la brecha social que existe en nuestro país, algo realmente inadmisible para un gobierno que se dice de izquierda.

La educación tiene un rol muy importante a cumplir en nuestro país, un rol que favorezca la integración social, que permita a quienes nacen en hogares pobres a salir de la pobreza, mejorando su inserción en el mercado de trabajo, accediendo a empleos más estables y con mejores salarios.

Para ello es necesario hacer una verdadera transformación del sistema educativo con más centros educativos, con menos cantidad de estudiantes en cada centro, donde los docentes se asienten por períodos de al menos cinco años, lo cual permitirá generar proyectos de centros y verdaderas comunidades educativas, que incluyan a los padres, docentes y que den respuestas a las necesidades de los estudiantes del siglo XXI.

Daniel Pérez (Partido Independiente/La Alternativa)


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