Gabbiani reclamó control de la contaminación acústica, en especial por picadas y escapes libres

Salud y convivencia

Tratándose de uno de los factores ambientales que puede generar mayores conflictos de uso, afectaciones a la salud y consecuencias económicas de importancia, y no habiéndosele atribuido aún las nocivas consecuencias que supone, la contaminación acústica es un factor ambiental terminante de la calidad de vida de los habitantes, y en la necesidad de controlarlo viene insistiendo Gabriel Gabbiani, que ahora en su calidad de edil departamental (Partido Colorado) ha trasladado también esa problemática a la Junta Departamental de Colonia.

Lo hizo en la primera Sesión Ordinaria del presente período legislativo, el pasado viernes 11 de diciembre, circunstancia en que advirtió que “la contaminación atmosférica urbana es una de las grandes contrariedades que el gobierno departamental tiene la obligación de atender”.

“Básicamente puede dividirse en Contaminación Aérea, Visual y Acústica, pero queremos detenernos en particular en esta última, entendida como el exceso de ruido (sonido excesivo y molesto), provocado por las actividades humanas, que altera las condiciones normales del ambiente y produce efectos negativos sobre la salud física y mental de los seres vivos”, señaló.

“Indudablemente hoy, en todo el departamento, la principal fuente de ruido es el tránsito (escapes libres de vehículos, música estridente en los mismos y bocinas), seguida por las zonas comerciales (discotecas, pubs, boliches, shoppings, publicidad ambulante, etc.) y, en mucho menor orden, actividades productivas”, añadió.

“La exposición a un nivel de ruido alto y continuo afecta la salud de las personas sin que éstas sean conscientes de ello. Es el contaminante más barato de producir, y es difícil de medir y cuantificar. No deja residuos y no tiene un efecto acumulativo en el medio, pero sí puede tenerlo en el hombre, ya que tiene consecuencias psicológicas, físicas, sociales y económicas. Produce trastornos del sueño, pérdida de atención, malestar, estrés, dificultad de comunicación, pérdida del oído, afecciones cardiovasculares, conductas agresivas, dificultad de convivencia, accidentes laborales, pérdida de valor de los inmuebles, retraso económico y social, y más”, prosiguió Gabbiani.

“Las explosiones que provocan las motos con piezas alteradas y las aceleraciones bruscas perturban a la gente y se han convertido en un incordio permanente. Además del daño ambiental que conllevan, los estruendos causan trastornos psicofísicos y afectan, más de lo que se cree, al aparato auditivo, ya que el oído carece del mecanismo para defenderse de ese tipo de ruidos y no tiene manera de atenuar los sonidos agudos impulsivos”, señaló.

“Uruguay tiene una excelente normativa en lo que refiere a la protección del Ambiente que es, además, un tema de interés general consagrado en nuestra Constitución Nacional. Entre otras pueden señalarse la Ley Nº 17.283 (Año 2000), de Protección del Medio Ambiente, y específicamente la Ley Nº 17.852 (Año 2004), de Contaminación Acústica. Y por su parte, el Gobierno Departamental cuenta con múltiples ordenanzas dirigidas a la mitigación de impactos ambientales, entre ellas la de Ruidos Molestos, que contiene una regulación que en la actualidad resulta inaplicable debido a la falta de recursos (sonómetros y personal), lo que la convierte en un instrumento ineficaz”, aseguró el edil colorado.

“Presentar adulteraciones en el silenciador ya es motivo de retención del vehículo, y la moto se puede incautar por ese motivo. Esta tarea -agregó- corresponde al cuerpo inspectivo de la Intendencia, pero sin embargo es una tarea que hoy ocasionalmente lleva adelante la Policía en colaboración con la comuna, cuando no es esa su principal tarea”.

“Si la Intendencia realizara mapas de ruidos y controlara distintas zonas de las ciudades seguramente notaría que muchas de ellas soportan niveles muy superiores a 65 decibeles, el indicador aceptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y que la principal fuente de contaminación es el tránsito vehicular”, aseguró.

“La Intendencia de Colonia, hoy, está lejos de implementar los controles que debería ejercer en medición acústica, que actualmente se realizan solamente en base a denuncias recibidas y/o solicitudes de interesados. Está omisa en los controles rigurosos del ruido en el tránsito. Debe asumir este problema y resolverlo -aseguró-, que no es ni más ni menos que cumplir con la tarea para la cual fueron electos y designados quienes hoy tienen la responsabilidad de administrar el departamento”.

“Haciéndonos eco, entonces, de uno de los reclamos que ha cobrado mayor ímpetu en la población del departamento en los últimos meses, vamos a solicitar el traslado de estas palabras a la Dirección de Tránsito y a la Jefatura Departamental de Policía, exhortándolos a coordinar esfuerzos urgentemente para controlar la contaminación acústica, en particular en lo que refiere al tránsito y la vía pública”, finalizó Gabbiani, cuya propuesta fue aprobada por unanimidad.


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