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Edil Gabbiani propuso designar “Domingo Arena” a calle de Juan Lacaze

Por qué

El edil departamental Gabriel Gabbiani (Partido Colorado) propuso consagrar una calle en Juan Lacaze al recuerdo del Dr. Domingo Arena, periodista, abogado y parlamentario uruguayo, sin lugar a dudas uno de los principales impulsores del fecundo paquete de leyes de Justicia Social promovidas y consagradas durante los dos gobiernos de Don José Batlle y Ordóñez, a comienzos del Siglo XX, de quien fuera su hombre de confianza.

En su exposición de motivos, Gabbiani recuerda que Arena “fue el modelo del inmigrante exitoso, que tuvo, además, una breve, pero distinguida carrera literaria”. 

“Nacido el 7 de abril de 1870 en el sur de Italia, en Calabria, en la localidad de Tropea, en una familia muy humilde, el sacrificio familiar permitió que Domingo iniciara su educación curricular. Desde muy joven trabajó como empleado rural, al tiempo que desarrollaba sus estudios. Posteriormente se radicó en Montevideo, donde inició sus estudios de Derecho, y fue trabajando en diversos oficios -entre ellos como jornalero, atendiendo en una pulpería y trabajando en la Fiscalía Civil de Montevideo, donde alcanzó el cargo de Adjunto- hasta, en 1902, conseguir un puesto en el Diario “El Día”, que Batlle y Ordóñez había fundado como plataforma política en 1880”, señala el curul colorado, que recuerda que “mientras trabajaba, estudiaba en la Facultad de Medicina y logró graduarse de Farmacéutico, y posteriormente se recibió de Abogado en la Facultad de Derecho con brillantes calificaciones.”

“Dotado de un talento singular, y una profunda vocación por las letras, pronto demostró notables cualidades intelectuales surgiendo como un destacado escritor con la publicación de obras literarias que tempranamente le dieron un gran renombre. Como en todas las actividades públicas que emprendió, en el periodismo Arena protagonizó una carrera meteórica. Inició su faceta periodística como cadete, desempeñándose luego como gacetillero, cronista, reportero y, finalmente, nada menos que editorialista”, agrega.

“Su permanente buen humor, su hablar agradable, su personalidad cordial y su talante optimista lo acercaron a Don José Batlle y Ordóñez, con quien entabló una profunda amistad, pasando a ser desde entonces uno de sus más conspicuos colaboradores, primero, uno de los hombres de confianza del fundador del diario, después, y un entrañable amigo, finalmente”, indica.

“Pero a pesar de la cercanía con el gran líder, Arena no fue un adulador de Batlle, sino que, por el contrario, si bien públicamente tenía una fidelidad a prueba de todo, en la intimidad era un libre pensador que permanentemente sugería ideas, cambios y hasta ocasionalmente se contraponía a los pareceres de Batlle. Esa forma de actuar, seguramente haya fortalecido el grado de confianza entre ambos personajes, que queda de manifiesto en la amplia correspondencia cursada entre ellos, particularmente entre las dos presidencias de Batlle”, apunta Gabbiani.

En la política

“Su amistad con Batlle y Ordóñez lo llevó rápidamente a militar en filas del Partido Colorado apoyando fervorosamente el movimiento reformista, en particular en el área social”, prosigue el texto.

“De la misma manera que en el periodismo, en la política Arena ascendió rápidamente, siendo electo diputado en varias legislaturas por Montevideo, Soriano y Tacuarembó, y presidiendo la Cámara en varios períodos, llegando a ser senador, miembro de la Asamblea de Constituyentes de 1917 y miembro del Consejo Nacional de Administración aprobado con la reforma constitucional de 1918 propiciada por Baltasar Brum y surgida al amparo de un acuerdo político entre las dos grandes fuerzas políticas del país en dicha época, colorados y blancos. La reforma establecía que el Poder Ejecutivo estaba compartido por el Presidente de la República y el Consejo Nacional de Administración, con lo cual los blancos podían participar de las decisiones del gobierno ante el monopolio en la elección presidencial de los colorados entre 1919 y 1921. Arena era además un sobresaliente parlamentario, un eximio orador y un gran negociador y operador, tanto dentro como fuera de su partido. Su discurso fluido y su magia dialéctica no tenían parangón”, expresa Gabbiani.

“En la redacción de “El Día” y luego en el Parlamento Nacional, Arena compartió su vida y experiencias con personajes de la talla de José Enrique Rodó, Carlos Vaz Ferreira, Pedro Figari y Emilio Frugoni, entre otros, pero también se aproximó a corrientes más impersonales, entre ellas el Anarquismo que llegaba como ideología procedente de Italia, o las ideas del filósofo Karl Krause (neokantismo de Krause), de enorme influencia en España y también en la formación del Batllismo”, sostiene.

Un gran hombre

“Domingo Arena -agrega- es considerado uno de los personajes fundamentales del Batllismo. Era un idealista, un romántico, un libertario, un apasionado, un perseguidor permanente de utopías. Sus intervenciones oratorias llevaban siempre la impronta de la lucha por los desprotegidos, por los más débiles, por las mujeres, por los hijos naturales, y fue así que promovió la legislación laboral, proyectos de vivienda obrera, la jornada laboral máxima de 8 horas, el salario mínimo nacional, medidas de mejora en la condición de la mujer y de los sectores más vulnerables de la sociedad”.

“Algunos autores han arriesgado, creemos que no sin razón, que seguramente la inclinación de Arena para sensibilizarse con los problemas y reclamos populares, y su defensa incansable de los que menos tenían, se debiera a sus orígenes humildes en el sur italiano, en una de las zonas más castigadas de la península europea a fines del Siglo XIX”, enuncia Gabbiani.

“Al igual que Batlle, defendía con persistencia y entusiasmo el derecho y el deber de organizarse y luchar que los obreros tenían, y respaldaba con enorme ímpetu las medidas de protesta sindical”, explica el edil colorado.

“No puede negarse que la índole, los procedimientos y las tendencias de nuestro Partido (llevan) a cultivar con el socialismo, y en general con las clases obreras, cierta cordial simpatía”, señalaba Arena. Para luego aclarar en una de sus Editoriales, en el diario “El Día” que, no obstante, lejos de promover la lucha de clases, por el contrario “esta lucha entre obreros y patrones no debe verse como una verdadera lucha de clases, como algunos pretenden entenderlo. No es raro que un obrero, por su esfuerzo constante y ayudado por la fortuna, se transforme en patrón y tenga que seguir la corriente de todos los patrones, ni es imposible que algún patrón o alguno de sus hijos concluya como obrero. De manera que en el fondo no hay razón para que patrones y obreros se traten como adversarios, y mucho menos como adversarios irreconciliables”.

“Tenía una profunda sensibilidad social, respecto a la cuestión obrera y los más desamparados. “Mis hermanos de ayer, mis protegidos de hoy”, sostenía, quien “murió en Montevideo, el 7 de junio de 1939, a la edad de 68 años”.

“Honramos así, con este proyecto a un hombre de excepción, un hombre de firmes convicciones que fue apasionadamente engullido por la actividad política y periodística, a la que dedicó toda su vida, su inteligencia y las cualidades que lo hicieron, y hacen, un ejemplo formidable”, finaliza Gabbiani su proyecto de decreto.

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